domingo, 5 de diciembre de 2010

Recorta flores de sombra y sonríe


Estrella baila y canta.
Salta sobre el universo y gira en cuadrados imposibles.
Le toca el hombro a Dios y se sonríe por el color de su mirada.
Enciende los prados del grito ausente y le da de comer a una bandada de aromas inconclusos.
Ríe.
Duerme sin saberlo y sueña almohadas de otros. 
Dobla precipicios y los lleva en sus bolsillos mientras hace la cola del banco.
Almuerza tormentas de sol encrespado y, cuando se nubla sobre las avenidas de terciopelo, va en busca de las suaves lluvias que caen dentro del subte.
Estrella se sienta a charlar con el olvido hasta que él llora melodías de nostalgia mientras ella busca una receta de lemon pie, asustada por tanta lágrima necesitada de dulce.
Quiere que Dios la mire desnuda y se enamore de su vientre, arado de primaveras y sones brillantes.
Se asoma por balcones y derrite rejas sin que las pupilas le dejen soñar con nubes ajenas.
Estrella se deshace de sus manos y las guarda en el freezer, junto al helado de frambuesa y sobre tres de sus madres envueltas en film autoadherente. Anota luego en un cuaderno cuál era la derecha y cuál la izquierda, segura de olvidarlo y temerosa de su total ignorancia política.
Por las noches, los carros de los ángeles no la dejan dormir y ella se asoma por el cuarto cajón del ropero a gritar canciones destiladas de efervescencia hasta que el último de los carros vuelca. Y regresa a la cama.
Recorta flores de sombra y sonríe.
Vuelve a su útero cabalgando un incendio tímido y tira las llaves de su esperanza en un lago, mirando feliz al cielo para salir en alguna foto satelital del Google Earth mientras trata de recordar si se lavó los dientes.
Estrella puede desarmarse en ciento treinta y dos triángulos de sabor vainilla. 
Y correr. Admitir que no tiene amigos ni bombachas. Y arder. Conocer qué sueña Dios cada noche. Y olvidarse dónde dejó las manos.
Integra un coro de grillos que le cobran cuota mensual y la discriminan por ser alta y no tener alas hasta hacerla llorar. Luego canta a través de las lágrimas y los barcos viran ciento ochenta grados regresando cada uno a su primer amor.
Ríe. Otra vez. Siempre.
Necesita un globo aerostático y seis cuchillos para hacer un ritual que aprendió en la televisión pero, como cree que el viento es el demonio, no está dispuesta a prostituirse y prefiere cenar budín de arroz, dejando la magia para cuando el demonio ya haya muerto.
Estrella quiere salir de los diarios y llevarse a la rastra a todas las letras y fotos a un casino para jugarle al treinta y uno. Le prometió a la hache que, si gana, le pagará su terapia de rehabilitación para que deje de ser muda. Por eso compra el diario y se da baños de inmersión con ellos.
Su alma está cosida de espantos y sinceridades.
Por su boca se llega a un paraíso equivocado.
Y por sus ojos 
a un paraíso perdido.

viernes, 17 de septiembre de 2010

lunes, 23 de agosto de 2010

sábado, 29 de mayo de 2010

Profecía de un útero en carnaval


—Hola, Mamá. En nombre de tu Dios, dejame vivir donde quieras.
¿Quién quiere un Dios, o dos, o una
Haya sido, madre, algún vulgar poeta olvidado de la mano de la dicha rebelde que ha sido...
Siempre lo mismo.
¿Siempre lo mismo?
Ya lo dijiste.
¿Y soñaste que te ahorcaba con el repasador?
No hay noche en la que no despierte. Habrá olvidos, habrá simpatías, habrá incluso fiestas de esas en las que armamos rompecabezas y lloramos como si nunca hubiera pasado aquello, pero no hay noche en la que despierte virgen de lágrimas.
Mamá, ya fuiste a que te bendigan y volviste ahogada por una aurora llena de profecías de carnaval. Que todos vamos a morir. Que volverías a nacer sólo para escupir en el útero de tu madre a tiempo.
No repitas palabras sagradas a esta hora, sabés que duermen los ángeles y nadie vigila la mala suerte de nuestro egoísmo. Y vos me ahorcabas. Puede que despierte a tiempo, pero no suelo olvidar a tiempo.
Armaría en dos o tres breves instantes algún rompecabezas que incluya a tu juventud alada sobrevolando el barro, pero faltan tantas piezas que apenas si llegamos a un par de ventanas y estanterías de almacén. Cielos ya no quedan.
Cielos ya no quiero.
Armaría bajo la lluvia... esa, la del vulgar poeta, la del cielo gris, la del...
¡Y un carajo!, callate esas palabras a esta hora.
Siempre lo mismo.
Y vos me ahorcabas.
Probemos con alguno de tus repasadores.
Están para lavar.
¿Todos?
No...
¿Cuál no?
Encontralo. Toda muerte hay que encontrarla.
Como los rompecabezas. Como los días y las horas para armarlos.
¿Amarlos?
... profecías de carnaval. Y lo que te costo ese viaje.
¿Y?
Y que si volvías al útero no te iban a dejar pasar la placenta por la aduana.
Nunca te pedí nada. Ni un favor.
Nunca me pediste un beso. Ni ardor.
Vos me ahorcabas.
Dejame respirar y vivir en donde quieras. Con auroras tropezás a cada parpadeo de la razón. Es muy tarde ya para buscar repasadores.
No me acuses de esconder nada. No puedo absolverte de la culpa de no buscar. Cumplir tu sueño o el mío... no hay diferencias, pero a mi dejame en la tan breve dicha de una sola ventana. Cerrada.
¿Cuál es la ventana del útero?
¿Qué importa si está cerrada?

domingo, 28 de marzo de 2010

Mentira, es sangre


¿Cómo sabíamos que la sonrisa aquella acabaría por destruir los dientes blancos, la boca y los labios mismos que nunca llegaban a explicar la sonrisa aquella?
Ensancha, abarca, desborda, inunda. Y después ver los pedazos rotos, iluminados al brillo de los labios púrpura, los dientes blancos tan blancos.
Alguno de esos dioses de piedra nos debe haber prestado un oportuno deseo de soñar. Algún miércoles. O un jueves, quizá. Hacía calor sin sol, había días sin voces.
Basta mirar hacia adelante para ver que hay fin. "—Yo no llego a la noche", me dijiste temblando. Y nunca vi ojos más
Sin dientes.
Decirte nomás que aunque la ciudad cierre y las calles enrollen todas sus ensaladas de tomate (mentira, es sangre y siempre lo supimos) en un
Yo desarmé su carpa y asesiné a todos sus leones cantándoles tangos de nostalgia exagerada. Yo me llevé al elefante a tomar un café y ahora trabaja en un
(Otra sonrisa que explotó antes de tiempo.)
Basta de mirar hacia adelante. Que el fin se las arregle, siempre se consiguen entradas de última. No puedo dejar de mirar tus ojos que no dejan de mirarme. Y todo tiembla.
Y llega el viernes.
Y algún dios de piedra pasa a cobrar. Y nosotros sin soñar aún.
La
El mago me mira desde lejos y las nubes anuncian tormenta.
Una más.

lunes, 1 de marzo de 2010

Verano


Hay un bulto en mi cama.
Lo toco y está tibio.
Pero yo duermo solo,
siempre por fuera de las sábanas
(una profanación más
que te evito).


Tunning


Queremos ser tipos
para que nos amen, mucho, todas, todo el tiempo.
Pero en fondo sabemos que somos todo
y
aunque la pintura nos quedó bonita
y
al bajar las ventanillas la música suena fuerte
al cabalgar esos locos vientos de pura sed,
sabemos perfectamente que no nacimos
ni

Por eso gracias a ustedes,
a todas,
las que disfrazan su piedad con una mentira,
que saben compartir en ojos cerrados,
en silencios de sugerencia apuntada,
en esa sonrisa calma y tan sabia,
tan alejada del ya
acabado orgasmo.