domingo, 12 de febrero de 2012

Libro / Réquiem

Sigo con la mirada clavada enfrente.
Adelante.
Como la mira de un arma de fuego.
Sin balas.
Con fuego.



Deliciosa oportunidad de volver la vida un festejo.
Hojas desenmarañadas que acosan al libro del pasado,
índices rebelados que yerran direcciones,
a propósito,
entre risas,
ocupados en delirar tiempos y espacios,
rellenos de citas a futuro, páginas indelebles,
corsos a contramano por la avenida
del olvido.

Campos de pieles sembrados,
y cosechas a la espera.
Intactas e invictas insolencias,
se ríen del miedo que vive solo
en el siempre futuro errante.
Canibalismo de la otra orilla,
derechos sinuosos a admitir
que la tierra gira aún,
a pesar,
a favor,
a recibo.
A cuenta y riesgo del donante,
vierta felicidad por todo concepto
y requiebre de cuajo
toda su apatía estacionada calcinada amortizada,
y debida
mente
inventariada a través de los siglos esmerilados
en bermellón húmedo
(por no decir sangre sin tiempo)
y escasa
mente
soportada a través de las tardes sombreadas
en gris estúpido
(por no decir nombres sin vuelos)

Entonces veo arder las páginas impares
del libro,
veo mares desesperados en las pares
que apagan llamas
buscando el equilibrio neutrospectivo,
santo grial de la mentira espantada de lunas plenas,
inquisición en desbande de memoria violada.
Abismo en mi la furia más salvajestoica
y libro equilibrio se vuelve tan pasado
como sus hojas
sin recompensas,
sin eutanasias
de editoriales minúsculas, sádicas, llagadas
de gélidas miradas suplicantes de olvido.

Deliciosa concreción de la vida como festejo.
(barrer cenizas de libro antes de acostarse)
Deliciosa comunión de arena en olas encrespadas.
(recordar olvidar con prolijidad antes de amanecer)
Deliciosa satisfacción de encuentro con sabor a danza ciega.
(recorrer pieles a discreción antes de fundirse en un solo,
único
y
maravilloso
futuro)