miércoles, 30 de enero de 2013

La imprudencia de un sol en bruto


Tic.
Los ojos no olvidan.
Tac.
En sinceras astronomías de pan casero.
Tic.
¿Te lavaste los dientes?
Tac.
Siempre universos usados.
Tic.
Se enrieda desesperando oxígeno como matambre de fin de semana. Corro ensaladeras que miran aleladas sobre el asiento delantero y beso esos ojos. Un pie sobre el vidrio. Los ojos vuelan como tardes de otoño sin almíbar. 
Tac.
Lápices de colores entre truenos. Colores entre lluvias. Lápices con esos olores a lápices barnizando el recuerdo en las manos. Siempre reversos usados. ¿Qué esperás lograr por haber puesto tus pañuelos al horno? No puede parar de llover nunca más. Piernas sobre una mesa. Servilletas en forma de Urano formando coros de deleite en las rodillas.
Tic.
Mueve.
Tac. 
Sinfonía no hay más gritos.
Tic. 
¿Podés acostar a la desazón, contarle el cuento de las Tristes Tres Marías y decirle hasta Mariana? Y cuando vuelva Mariana de inflar las nubes de la noche sobre el golfo, le voy a pedir que me ayude a doblar las servilletas en forma de Urano. Ella tiene un origami de cosmogonía afantasmada que acaba por hacer flotar la mesa.
Tac.
Y las piernas sobre la mesa en el aire.
Tic.
Una sed adelante del toro.
Tac. 
Pasando por la estación de Montreal, un ciego conversa música en piano de braille con Mariana, mientras ella pinta con lápices de colores el techo acaramelado de rojo sol. Mueve grillos en las vías que espantan al tren hasta el descarrile. Mariana y el ciego ríen a carcajadas (a ella se le caen dos lápices). La locomotora sufre un ataque de pánico. Los rieles quieren temblar pero las piernas están sobre la mesa y los dejan inmóviles.
Tic.
Deberías sacar los pañuelos del horno.
Tac.
—No hay nada peor que un grillo ignorante de su insignificancia —dijiste mientras lavabas las ensaladeras. Desde el asiento delantero del Fausto sólo me queda la utopía de que las piernas dejen de volar. 
Tic. 
Todas las sales de todas las lágrimas de todos los recuerdos de cada llorada, cocidos al horno y servidos en pañuelos púrpuras (lápices de colores se quiebran y sangran), en gran convite de exorcismos, para que la sed del toro desarme su prestancia. Y los grillos se sientan a la mesa. "—¡Hoy cenamos recuerdos!..."
Tac.
Mariana mece a la locomotora entre sus brazos, mientras el ciego canturrea entre dientes "música de rieles, saxo a vapor...", le dice alegre mientras le pasa el pancito al último jugo de la última ensaladera.
Tic.
Y le dice para impresionarla: —Nunca un grillo se ahogó en una lluvia... sabemos flotar. Y ella: —¿Pero sabés atragantarte con lápices de colores y cantar formas de arcoíris?... Entonces el grillo piensa en ese momento cuánto más fácil es asustar locomotoras hasta el descarrile. 
Tac.
Semblanza al tacto.
Tic. 
Arranco mi Fausto y enlazo al pasar, con hilo delantal, las piernas que flotan, ahora barrilete, ahora cometa, ahora meteorito, ahora noticia catástrofe, ahora desastre ambiental. Mi Fausto en la ruta y el hilo flameando que se pierde en los cielos. 
Tac.
El ciego cierra la estación, arropa a Mariana que dormita junto a Urano y le dice a los grillos que no lloren como todas las noches por el miedo a la lluvia, que nunca ha llovido dentro de un subterráneo.
Tic.
Mañana habrá que sacarle punta al último lápiz (nunca se sabe).
Tac. 
A mi Fausto se lo traga el horizonte. Digestión metafísica.
Tic.
Un pie al lado del otro.

sábado, 12 de enero de 2013

Las amenazas más felices

vértigo de poros lloviendo como pelotas llenas de ojos desvestidos en paranoias acoloradas de ar cosiris /
poros que rebotan tierra en agua sobre fuegos en sonidos generados /
acalambre de plasmas en viejas atrofias empalidecidas de semillasojos /
tuertos pasados ciegos futuros y de la mano entonces,
de la mano vámonos por la rutartera cambiadesignios cantándole a los poros en lluvia /
asfalto paranoico engrisa su estómago / tose / trágase la lenguapuente y
duerme rocíos deshielos de guiños rojos en autos fugitivos

poros como pelotas llenas de ojos caen
alrededor /
el trueno ahí enfrente, subraya nuestro beso /
paranoia como adrenalina
nos viste de colores