martes, 27 de agosto de 2013

La genética de tus brazos


Desmembrando noches como inciensos paridos al sol,
ocultos en aroma y color por la tormenta más rubia de todas,
la desangelada de pesares,
la flambeada en los cierres de temporada,
la occisa asombrada de amaneceres gitanos.

Vas a tener frío en la enredadera genética de tus brazos.
Olvidar cómo giran los deseos en cada semáforo roto.
Vas a grabar las voces en fanfarria de todos tus muertos.
Sanar como último recurso para evitar reencarnar en fuego.
Vas a plegar las olas de tus ojos en un sueño de acero tibio.
Conformar arquitectura de olvidos en tazas de café frías.
Vas a subir escaleras que caen al regazo de una madre breve.
Destruir el tejido óseo de una mirada inflamada de silencio.
Vas a respetar la muerte en una cena de egresados simbióticos.

Dulce corral de colores hastiados,
hasta el cuero deforme de tu sangre encrespa
la latitud yerma del pasado, borroneado en sillones ahora vacíos.
Semblantes cerrados.
Inciensos copulando nubes.
Oxígeno desangelado de futuro.

Y todo el río de sangre sin alma
que se acuesta conmigo en cada noche
a vigilar que la fiebre nunca baje.

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