sábado, 26 de diciembre de 2015

Ciervos serenos


Vivía al borde de un nacimiento perpetuo.
Nunca luz bizarra, nunca ceguera transparente.
Sólo olfato nadando
grato y yuxtapuesto
en la llanura del sueño menos salvaje.
Y el olvido.

Sugería la receta y firmaba la pared
con el graffiti sonriente y desalmado.
(Abierto al público, cerrado al cielo cierto.)
Y la mentira.

Nunca lo decía, nunca.
Siempre lo negro y la voz del cuello
engarzada en las espinas.
El ombú sueña espinas,
se murmuraba entre dientes
de león.

El corral se enllamaba
cuando dos ciervos apagaron
la luz.

2 comentarios:

  1. Está bien...
    cuando uno hace lo que quiere, siempre está bien
    (esto de hacer lo que uno quiere tambien lo debatimos hace tiempo),
    ... digo, esto de mudarse.

    Alientos diversos, inmersos en el mismo sereno salvajismo.

    Claro! vendría a ser: Año nuevo, Blog nuevo!
    Felicitaciones Pablo! A disfrutar!

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  2. Por supuesto. Esta mudanza tiene que ver con varias cosas, algunas de orden práctico, otras de orden formal y alguna que otra de raíz profunda. Raíces. Que se plantan con una cierta, tímida, ciega, esperanza.
    Asi que ahí vamos. Los mismos de siempre, es decir, siempre distintos.
    Y gracias, estimado Director de La Casita, por estar siempre rondando, honrando y atendiendo a mis letras.
    Abrazos grandes.

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